Blanck Mass

Texto: Bruno Corrales

Imágenes: Alba R y Xarlene

La novena edición del MIRA Festival SON Estrella Galicia volvió a convertirse en referencia internacional. Un lugar de creación, disfrute y aprendizaje desde el que imaginar otras posibles realidades. Las infinitas facultades de la música electrónica y de las artes digitales fueron punto de encuentro de distintas sensibilidades, estilos y culturas, que se entrelazaron con una idea como punto de partida: un nuevo génesis. Sobre la destrucción y un nuevo comienzo, jugando con la dualidad entre realidad y virtualidad. Mucho que hacer y mucho que escuchar en una semana de infarto, con nombres tan atractivos en su cartel como Alessandro Cortini, Perera Elsewhere, Vessel o Blanck Mass, así como nuevas tendencias. Música en directo y DJ sets acompañados de audiovisuales, siendo muchos de estos shows comisariados por el propio festival.

La edición de este año fue la última ubicada en Fabra i Coats, un emplazamiento ideal para la muestra, que recorrimos infinidad de veces en busca de disfrutar de la experiencia completa que ofrece el festival. Desde los dos recintos destinados a la música en directo a distintos espacios en los que se ubicaron interesantes instalaciones al alcance de todos los asistentes. Desde la propia entrada al recinto, un haz de luz azulado marcaba el recorrido sobre nuestras cabezas, invitándonos a seguirlo para no perdernos nada. Se trata de la obra “Un hilo de 11w”, de Antoni Arola, que nos planteaba la posibilidad de un mundo plagado de este tipo de señalizaciones artificiales, superando de algún modo lo físico. Otras instalaciones, como “Dualmismo”, de Carlos Sáez, proponían mediante un juego de luces la idea de la adaptación del ser humano a la era digital, transformando con facilidad la virtualidad en nuevas realidades. Un interesante paralelismo con nuestra relación más cotidiana con las nuevas tecnologías.

Aunque este MIRA Festival arrancaba el martes 5 con distintas conferencias, actuaciones y experiencias inmersivas, los platos fuertes musicales llegarían durante las jornadas del viernes y el sábado. El viernes arrancaba con una propuesta tan original como la de la pianista Marina Herlop, con la parte audiovisual a cargo del escurridizo iTUNES10.2. Aún era pronto pero los asistentes ya completaban casi dos tercios del aforo de la sala principal con gran expectación por lo que sucedería durante el día en ese escenario. No mucho después recibiríamos a todo un maestro de los sintetizadores, el italiano Alessandro Cortini, conocido por colaborar con bandas como Nine Inch Nails. Presentaba su último disco, Volume Massimo, con unas visuales cautivadoras que completaban una experiencia única, multiplicando las posibilidades emocionales de la electrónica.

Entre tanto, en Espai Zero, una sala más reducida y enfocada principalmente a la música de club, recibía el DJ Set de Troya Modet o a unos increíbles Nihiloxica, proyecto que une siete percusionistas ugandeses del sello Nyege Nyege Tapes con músicos e ingenieros de sonido británicos. Una verdadera fiesta, y acabábamos de empezar. Por allí también pasarían B12, Giant Swan o DJ Haram, productora barcelonesa que al día siguiente pasaría al escenario principal para actuar junto a Moor Mother en su proyecto conjunto, 700 Bliss. Una propuesta rompedora de rap, club y noise punk reivindicativo.

El viernes tendríamos también a Roly Porter y MFO presentando su obra Kistvaen, a Clark con Evelyn Bencicova a las visuales o a Perera Elsewhere, también conocida como Sasha Perera, compositora londinense afincada en Berlín, que nos trajo una muestra de su música experimental en la que tienen cabida pop, electrónica abstracta y folclore de distintas culturas.

Otra de las sesiones más esperadas de esta edición fue la del noruego Geir Jenssen, el sábadoen el escenario principal bajo el sobrenombre de Biosphere. El músico regresaba a Barcelona quince años después convertido en una referencia absoluta de la música ambient, famoso por sus samples imposibles inspirados en la naturaleza. Una vez más, el debate entre lo orgánico y lo artificial tomaba fuerza, al igual que en la propuesta firmada por Clon y Nwrmntc, proponiendo con su obra Meta una experiencia inmersiva a través de un videojuego, en el que exploraron otras posibles realidades.

Las jornadas pasaban volando en el festival, siempre con algo interesante que experimentar. Cuando nos acercábamos al final, habiendo disfrutado del colectivo Curl o de la experimental Kali Malone y su sonido monolítico, nos esperaba en el escenario principal una traca final compuesta por un DJ Set de Batu, quien tuvo el honor de clausurar la edición en Fabra i Coats; la confluencia de Vessel, un viejo conocido, junto al visionario Pedro Maia (a cargo del audiovisual); y un demoledor Blanck Mass, proyecto en solitario de Benjamin John Power lejos de Fuck Buttons. Música drone con actitud punk y querencia por el grindcore con enloquecidas visuales de Dan Tombs. Y la noche aún daría para más, trasladándonos a la sala Razzmatazz para brindar por el MIRA Festival en una afterparty protagonizada por bandas como Neon Chambers.

Una exquisitez para entendidos y una experiencia más que interesante para profanos, con propuestas más o menos complejas que disfrutar y de las que aprender. Un festival del que es imposible irse de vacío, y con el que cada año Barcelona se convierte en merecido epicentro de la mejor música electrónica.